MUNDUKO BAZTERRAK

lunes, febrero 27, 2006

La Cultura Japonesa 2

Como ya habréis comprobado empleo "América" para referirme a los EEUU y "americano" para los oriundos de los EEUU. Ya se que no está bien utilizar la palabra que da nombre a un continente, para designar a un país que tan solo supone una fracción del territorio y población del continente americano. El caso es que en el libro utiliza América continuamente y para no liarme con la traducción, he decidido no cambiarlo. Seguro que la autora no lo hizo con mala intención, puede que sepa mucho de la cultura Japonesa y Estadounidense, pero quizás la utilización de esa palabra denota que es un poco corta de miras, y eso a pesar de vivir entre dos continentes.

Debido a la naturaleza del blog la información se ordena por fecha de publicación y eso no tiene mucho sentido en este caso ya que el primer capítulo aparecerá como el último. Pero bueno, si quieres leerlo en orden busca “La cultura Japonesa 1” y cuando lo termines sigue hacia atrás.

He tardado bastante tiempo en publicar el segundo capitulo, pero no me dedico solo a traducir el libro de Haru Yamada, paciencia.
Vamos allá con la siguiente entrega.


Métete en tus asuntos

La frase "métete en tus asuntos", representa el ideal norteamericano de individualismo. Significa "soy un individuo con mis propios asuntos que cuidar. Yo me encargaré de los míos y tu encárgate de los tuyos". También encontramos otras frases muy populares siguiendo la misma línea: "Tengo que ser yo mismo", "Tengo que buscar mi manera de hacer las cosas", "Tengo que ser independiente". Encontramos a menudo estas frases en populares libros de autoayuda como el ideal a perseguir.
La antítesis de la independencia americana es convertirse en un ser dependiente y sin poder. Dejar que otra persona dirija tu vida es una resignar a lo mejor de tu persona de un modo patético y fatalista. Ser dependiente es ser un perdedor. Jerry Greenwald en un libro de autoayuda sobre relaciones escribe lo siguiente:
Aviso: ten cuidado con la persona que implícita o explícitamente envía el siguiente mensaje, "Quiero que alguien me cuide" Hay posibilidades de que él o ella tengan una falta de autocontrol y sentimientos de estabilidad y amor propio.
Lo mismo se aplica a frases como "Necesito tiempo para mi". Como el espacio personal, el tiempo significa autonomía en las relaciones, y la autonomía -cuando nadie te dice lo que tienes que hacer- es poder.

¡Haz lo que te apetezca!

Métete en tus asuntos, es una manera de avisar a alguien de que está cruzando el legítimo límite de la relación. "Haz lo que te apetezca" se traduce de un modo similar al Japonés. Pero aquí, en vez de recordar la independencia, al decir "Katte ni shiro" se refuerza la interdependencia. A la persona que hace lo que le apetece se le llama egoísta: katte. Sin embargo, la persona que complace a los demás con una cierta cantidad de interdependencia es reconocida como preservador del wa, la integración armoniosa del grupo.
Muchos sociólogos, psicólogos y antropólogos han elegido el término amae (literalmente, dulce) para explicar la percepción Japonesa de interdependencia. Definido originalmente como, sentimiento mutuo de preocupación por y dependencia en el otro. En la práctica una de las partes es la que complace con dulzura "amaeru" y la otra la que obliga "amayakasu".

Como en nuestro idioma la palabra dulce no es fácilmente utilizable para la traducción, he elegido traducir amae=dulce por complacer en numerosas ocasiones.

En esta interdependencia idealizada de "complacer" y "ser complacido", ambos se benefician, como una madre y un hijo, formándose una unión de cariño. Con el tiempo, el que complace y el que es complacido puede que intercambien su posición, como una madre que complace a su hijo en las primeras etapas de su vida y un hijo que complace a su madre posteriormente.
Pero amae (dulzura) no está restringida a la relación entre una madre y su hijo. Es inherente a numerosas clases de relaciones en Japón, extendiéndose a cualquier combinación de sexos, y extendiéndose más allá de lo que los americanos considerarían como relaciones más personales. Al igual que ocurre entre hermanos en casa, sucede entre los trabajadores de una empresa. Es más, una persona que sabe como cuidar de los demás es reconocida como mendoomi ga ii hito (persona que cuida bien de los demás), cualidad altamente buscada en los encargados, una persona que sabe como contar con los demás es muy bien vista y se le cuida mucho. En ambas direcciones, complacer en la justa medida es deseable.

Pero el balance es delicado, y tanto el que el que cuida del otro como el que es cuidado pueden estropear el equilibrio.
En las relaciones Japonesas, alguien que no sabe como ser interdependiente es considerado demasiado individualista y katte, egoísta. Mostrar un fuerte carácter individual se considera kosei ga tsuyoi (literalmente, fuerte personalidad), una persona que siempre actúa independientemente se califica como hageshii, carácter duro y fiero. Los Japoneses sienten lástima e incluso menosprecian esa clase de personalidad, llegando a la conclusión de que esa persona ha sido abandonada en un mundo duro en el que nadie se preocupa por ella, o ha rechazado la red de amae (dulzura) ella misma.

Cuando amae (dulzura, complacer) se interpreta en los términos que los Japoneses entienden el tiempo y el espacio, nos ilustra de nuevo la preferencia por una fuerte interdependencia compartida sobre la división individualista. En las casas tradicionales, por ejemplo, las habitaciones no tenían ninguna función específica ni estaban asignadas a ningún miembro de la familia, y esto significa que toda la familia comía, trabajaba y dormía en una gran habitación. Aún quedan muchos vestigios de esta tradición, por ejemplo en las casas con bañera, toda la familia comparte la bañera y en las que no tienen, la familia comparte los baños públicos. Los americanos normalmente entienden lo que para los Japoneses es "compartir" el espacio común, como una violación del derecho individual a un espacio personal.

Esto lo he experimentado en numerosas ocasiones. Las habitaciones se comparten y tienen diferentes usos. En cuanto al baño, explicar que primero ha de acicalarse uno bien en la ducha y después se entra a la bañera ya que no se vacía la bañera cada vez, tan sólo una vez al día. Cuando fuimos a casa del abuelo, me ofrecieron ser el primero en utilizar el baño, lo cual es un gran honor. También merece la pena explicar, ya que no lo he leído en ningún lado, la tradición de limpiarse mutuamente la espalda si vas a un baño público. La situación puede parecernos algo pintoresca así que más vale ir prevenido je je. Se supone que es un acto de mucho respeto si limpias la espalda del otro hombre, cuando a mi me pasó yo no lo sabía, y aunque no me imaginé nada raro, pensé que quizás el creía que yo no me sabía limpiar bien. Pensé “seguro que estos Japoneses tan limpios piensan que los extranjeros no nos sabemos limpiar”. Pero no, resulta que era un gran honor y no lo debía haber echo él, sino yo, puesto que yo soy el que debía mostrar respeto a esa persona. De todas formas debe ser una tradición que se está perdiendo, ya que en todas las ocasiones que he ido a un baño público nunca lo he visto.

De todas formas si tenéis la oportunidad de ir a alguno de los numerosos baños de aguas termales (onsen) no la dejéis escapar. Normalmente están en zonas de gran belleza natural y dentro de los hoteles tradicionales Ryokan. La última vez que estuve en Japón fuimos a Minakami, una zona montañosa al Oeste de Tokyo. Y por supuesto el Ryokan tenía un gran Onsen. Como no podía dormir me bajé al Onsen a las 6 de la mañana, el agua como siempre estaba muy caliente, directamente de las entrañas de la madre tierra. Al cabo de un rato me fui a la parte exterior. Estaban cayendo los copos de nieve sobre mi cabeza y alrededor de la zona de baño había una gran capa de nieve que se elevaba más de dos metros, al cabo de un rato comenzó a amanecer y asomaron entre las brumas las montañas nevadas, mientras yo estaba calentito en el agua, disfrutando del espectáculo.

El baño comunal es una expresión de interdependencia entre los Japoneses que tiene sus orígenes en lo profundo de la historia religiosa de Japón. El monje fundador del Budismo Zen, Doogen Zenji, enseña esta interdependencia mediante la clásica cita:

"Un necio se considera a si mismo como un individuo, una persona sabia considera a los demás como a si mismo"

Las enseñanzas Taoístas también promovían la interdependencia. Según el Taoísmo, puesto que las cosas existen respecto a otras cosas, una persona no puede existir sin otras. Hoy en día esta enseñanza está plasmada en la ética Japonesa según la cual la moral y las reglas sociales son decididas por los demás. El comportamiento de los Japoneses está delimitado por el punto de vista de los demás “que dirán si hago esto”.

Una madre Japonesa, Kaeko, recientemente me ofreció una lección de este sistema de auto evaluación basado en los demás. Cuando intentaba que su hijo de dos años dejará de poner caras raras delante de mi, en vez de decir “No hagas gestos raros a Haru”, Kaeko dijo, “¿Por qué estas poniendo una cara tan rara? Me apuesto lo que quieras a que Haru piensa que eres un niño extraño. Seguro que piensa que eres raro” Diciendo a su hijo que yo iba a pensar que él era raro si seguía poniendo esas caras tan raras, Kaeko estaba enseñando a su hijo a verse a si mismo desde mi punto de vista.
Las enseñanzas de Confucio también refuerzan el principio de la interdependencia basada en los otros. Una antigua cita dice:

"Si uno quiere establecerse, ha que establecer a los demás. Si uno quiere alcanzar la perfección para si mismo, ha de alcanzar la perfección para los demás"

Expresiones como doozo (después de usted) y osaki ni (siento haber pasado primero) muestran como el principio Confuciano de los otros primero se ha convertido en un ritual en las relaciones diarias japonesas.

Los seguidores de la tradición Judeo-Cristiana realmente esperan que las personas se ocupen primero de si mismas. El dramaturgo Inglés John P. Webster, citaba a menudo “Es una de las recompensas más bellas de la vida que ningún hombre puede sinceramente ayudar a los demás sin ayudarse a si mismo”.
Los extranjeros que viven en Japón encuentran a menudo que la cantidad de interdependencia esperada es excesiva y demasiado entrometida en su privacidad.

Cuando un Japonés decide mantener una relación estrecha con un extranjero, este puede sentirse como si estuviera siendo espiado continuamente. Sin embargo la expectativa americana de que cada uno se encarga de sus asuntos resulta fría para los Japoneses –como una amistad superficial que nunca alcanza el satisfactorio nivel de la confianza- .

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